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Kevin Johansen, Liniers, Kevin JohansenMúsica, parranda, inyección sentimental y una fiesta emocional. Eso y más fue la presentación que el cantante nos regaló ayer.

Las entradas se acabaron hace varios días. En la puerta algunos esperanzados desposeídos (de entrada, claro) clamaban porque alguien les vendiera su boleto a la parrandera fiesta de la fusión musical. La reventa de los pases más baratos (S/. 70) podía alcanzar los S/. 300. Sin embargo, a pesar de la suculenta oferta, la mayoría se negaba a dejar ir su pase al multicultural y colorido cielo musical que Kevin Johansen, el divertidísimo dibujante Liniers y la Banda The Nada construirían. Me atrevo a decir que tomaron la decisión correcta.

Luego de que Alejandro y María Laura, dos chibolitos tiernos y refrescantes, calentaran motores, Johansen y compañía salieron a darle a Lima un rítmico disparo a la yugular. Con un arsenal de colores, tonadas y sabores, el estadounidense convertido en argentino por propia decisión salió a matar, a alborotar a las calenturientas parejitas, a darle en la yema del gusto a los románticamente cínicos, a los anarquistas, a los irreverentes y por supuesto a los incomprendidos.

El buen Johansen no se guardó nada y el público no cesó de agradecérselo. “Road Movie” cantó para prender el motor y el gran Liners empezó a desplegar su colorido, literal e increíblemente creativo arte al ritmo de la música.

El cantante fue acelerando de a pocos con temas como “En mi cabeza”, “No voy a ser yo” y “No seas insegura”. Lima miraba sentada el show de un hombre al que le valen madre las fórmulas establecidas, que se zurra en la inquebrantable industria y que simplemente, como tal vez cantaría su buen amigo Jorge Drexler (quien compuso “No voy a ser yo”), tiene el “Don de Fluir”.

Luego, las 2.500 personas que estaban reunidas en el polideportivo de la Universidad Católica se sintieron, por un segundo, unos sindicalistas modernos, entonando a viva voz la divertida “McGuevara’s o CheDonald’s”.

Mientras tanto Liniers bromeaba, reía y pintaba sentimientos, emociones e historias, además de tirar (doblados como avioncitos) algunos de sus dibujos al público. Incluso se atrevió a bailar una ochentera canción y a cantar, cuestión que vino después.

“Es un rockstar. Me roba a las groupies”, dijo el seductor Kevin sobre el bonachón Linier, quien lo miraba divertido.

LA HORA DE LA VERDAD
El show iba bien. Sin embargo, faltaba algo. El plato fuerte de este concierto con sabor a seco, guacamole, curry, bife y pisco (peruanísimo destilado al que el mismo Liniers hizo referencia en uno de sus dibujos) llegó con “SOS tan fashion”.

Las pude ver de cerca. Las cuatro se tomaron de las manos y gritando emprendieron la carrera hacia la meca del recital: el escenario. Al comienzo, los vips ubicados en los pasillos parecían no querer doblegarse. Sin embargo, luego una estampida de irreverentes asistentes, decidieron apoyar la iniciativa de pasarse adelante sin importar que hayan pagado la entrada más barata.

Entonces la multitud tomó el frente del estadio por asalto. Desde aquí agradezco a las señoritas ‘fashion’ que empezaron con aquel movimiento precursor y que me permitieron ver a Johansen de cerquita.

El momento ‘feeling’ de la noche nos la regaló aquel hombre que, en el concierto de Johansen del año pasado, le pidió matrimonio a su hoy esposa, quien entonó, junto a su tortolito y al rítmico cupido (es decir Jevin) “Anoche soñé contigo”.

Por otro lado, el momento bizarro de la noche nos lo regaló el genial Liniers, con bailadita desenfadada y trencito entre el público incorporados. Incluso cantó “Knocking on Heaven’s Door”, mientras que Kevin mostraba sus dotes artísticas ocupando la silla del dibujante.

Tras volver y regresar, los presentes sabían que el final estaba cerca, pero se negaban a aceptarlo. “Fin de fiesta”, nos dijo, mientras que toda su banda, en postas, cantaba junto a él alguna estrofa de la canción. Luego se fue, pero encandilado por la buena vibra limeña regresó con uno de los temas que lo pusieron en el mapa: “La procesión”. Ese fue el término de una fiesta explosiva en la que ninguno de sus integrantes se guardó nada y en la que se consolidó un binomio asesino, un combo de impacto: Kevin Johansen+ Liniers+ The Nada+ El peruanísimo público.

 

Fuente: El Comercio

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